El conjunto de las fiestas de celebración de la Pascua se ajusta al calendario litúrgico nacional. Se inician las fiestas el Domingo de Ramos con la procesión y bendición de ramos y la Misa mayor.
El miércoles se celebra la ‘Salpassa’, posiblemente el único municipio de la archidiócesis de Valencia que conserva este antiguo ritual litúrgico en el que el párroco visitaba todos los hogares del pueblo para bendecir el agua y la sal. El sacerdote daba a besar el Lignum Crucis (sagrada reliquia de la Vera Cruz, bella pieza de orfebrería del tardogótico que estuvo presente en la magna Exposición del Centenario de Luis Vives, celebrada en la Lonja de Valencia el otoño de 1993) y recogía los huevos con que cada hogar obsequiaba al párroco. La chiquillería acompañaba a la comitiva golpeando aceras y puertas al ritmo de ‘Ous a la pallissa, ous al ponedor…’.
La Misa de Jueves Santo, fiesta de la institución de la Eucaristía, reviste un carácter especial y acaba con el traslado del Santísimo bajo palio al Monumento instalado en el altar de la Inmaculada.
El rezo del Vía Crucis al alba del Viernes Santo en el Calvario al pie del Caballo Verde reviste gran solemnidad dentro de su sencillez. Las melodías populares de la Marcha y de cada una de las estaciones constituyen una bella muestra del folklore religioso popular, al igual que el canto del ‘Miserere’ en la solemnidad del Santo Entierro, celebrado en la noche del Viernes.
En otro tiempo, el Sábado de Gloria revestía todo un ritual de canciones, purificación de las aguas, celebración de la Resurrección… prácticas hoy ya desaparecidas, que se entremezclaban con los perfumes de ‘monas’ y ‘coques boves’ (panquemados) que salían de los hornos de Tonico y Pepe ‘el Forn’ (tradición gastronómica inigualable que hoy conserva el ‘Forn de Jan y Pepa’).
Los tres días de celebración de la Pascua, con los juegos y bailes infantiles que se hallan recopilados en la publicación Cançons del meu poble, de Daniel Sala, y en el número XIII de la casete Coses del meu poble, consistían en las tradicionales meriendas de Pascua: el primer día, mona; el segundo, ‘cassoleta’; el tercero, ‘guisadet’; ya fuera en el Port de la ‘tía Quica’, en la era del tío Eduardo, o en la Font de Vernissa con los vecinos de Benichembla.